En Tlajomulco de Zúñiga, un joven visionario de 14 años, Alexander Marín Gamboa, detectó un problema profundo en su comunidad: la falta de oportunidades para los jóvenes en las zonas más alejadas de la ciudad. Muchas familias trabajaban largas horas, dejando a sus hijas e hijos sin supervisión y sin la posibilidad de continuar sus estudios, lo que los hacía vulnerables a caer en actividades dañinas. Alexander se propuso cambiar esta realidad.
Soñador, apasionado de la lectura de grandes historias, como las de Julio Verne y Antoine de Saint-Exupéry, Alexander aprendió la importancia de dejar el mundo “mejor de lo que lo encontró”, una lección de su tiempo como Scout. Este principio, combinado con su interés por la robótica, lo llevó a crear "RoboTlajo", un proyecto que ofrece cursos de robótica a jóvenes en contraturno. Vio en la robótica no solo una herramienta educativa, sino una forma de preparar a los jóvenes para un futuro cada vez más tecnológico.
Convencido de que podía hacer una diferencia, Alexander comenzó su proyecto en la escuela, con la ayuda de un maestro con conocimiento en robótica. Los talleres de robótica atrajeron inmediatamente a los estudiantes, quienes preferían utilizar su tiempo libre en aprender algo nuevo y constructivo. La robótica se convirtió en una solución viable para mantener a los jóvenes alejados de problemas y enfocados en su desarrollo personal.
Con esta premisa en mente, Alexander llevó “RoboTlajo” a varias escuelas, empezando por la suya, para habilitar espacios de aprendizaje durante los tiempos libres de las y los jóvenes. Todo esto ocurría con el apoyo y confianza de su familia, algo que Alexander nota como una de las acciones más importantes para avanzar su historia como agente de cambio.
Este compromiso creciente por las matemáticas, la lectura de textos literarios donde reinaba la imaginación pronto encontró nuevos horizontes con la Red Recrea Talento. En palabras de Alexander, este programa no solo lo ha ayudado a participar en concursos y torneos, sino que también le ha proporcionado la confianza y las herramientas necesarias para avanzar con sus proyectos. También la Fundación Tonatiuh Gómez -que lleva el nombre del primer bailarín del San Diego Ballet, dedicándose al impulso de la cultura en México y otros países- ha impulsado su pasión por la danza.
Y es que Alexander es también un bailarín increíble. Hoy en día, estudia la Licenciatura en Danza Clásica en la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey. Esto implicó mudarse lejos de su familia, enfrentando distintos desafíos, muchos de ellos en forma de prejuicios y críticas. Alexander recibió comentarios sobre que un joven cursara danza clásica, un arte que muchas personas asocian únicamente con las mujeres, así como del nivel económico de las personas que suelen acceder a esa educación. Alexander tomó un nuevo impulso para romper con estas ideas, sumando a más personas a conocer la realidad de la danza como oportunidad para que más jóvenes vivan con mayor seguridad de sí mismos.
Así, Alexander ha logrado unir sus pasiones, armonizando la danza con sus talleres educativos en robótica. El impacto del proyecto de Alexander ha sido notable, reflejando un fuerte trabajo colaborativo para que los estudiantes ahora representen a la escuela a nivel estatal y municipal, haciendo más visibles las oportunidades para competir y aprender sobre matemáticas. En la comunidad, el interés por la robótica y la danza ha crecido, y los jóvenes ven estas actividades como una forma positiva de usar su tiempo y desarrollar nuevas habilidades.
El ingenio de Alexander sigue su camino, ahora con un proyecto para unir una escuela de ballet llamada "Danza M Studios" con la Secretaría de Educación de Jalisco y Recrea Talento. La idea es llevar clases de ballet y presentaciones a diferentes escuelas, mostrando lo interesante y divertido que es la danza. Lo sigue orientando el mismo fin: prevenir que las juventudes usen su tiempo libre para actividades riesgosas tanto para sí como para la sociedad, optando mejor por las artes. Aunque el proyecto aún no tiene nombre oficial, Alexander lo llama "Unión Danza M".
Alexander sueña con un futuro donde más jóvenes se involucren en actividades constructivas. Al mismo tiempo que su iniciativa con la danza, espera que "RoboTlajo" se expanda y se convierta en un recurso constante para las comunidades, donde los jóvenes puedan comunicarse en el lenguaje de la robótica y el arte, siendo empáticos y proactivos en sus comunidades.
Para Alexander, generar cambio a una temprana edad es crucial porque los jóvenes son el futuro.
De esta manera, nuestro protagonista está inspirando a otros jóvenes a convertirse en agentes de cambio, demostrando que con pasión y determinación, cualquier joven puede transformar su realidad y la de los demás.