Historia de Citlali Valentín

El cuidado del planeta y su olor a verde.
Fotografía de Citlali Valentín

San Juan Tuxtepec, un rincón rodeado de naturaleza en Chapa de Mota, Estado de México, es el hogar de Citlali Valentín, una joven que, a sus 16 años, decidió enfrentar un problema global con una solución local. En este entorno, donde el verde de los pinos contrasta con las preocupaciones ambientales, Citlali ha encontrado una manera única de combatir la contaminación y preservar su comunidad: el taller de artesanías   con agujas de ocote.

Para Citlali y la comunidad del Telebachillerato Comunitario Núm. 338, el problema de la contaminación no es algo que se ve sólo en los noticieros. “Antes, los montes eran más verdes, el agua no escaseaba como ahora”, comenta Citlali, recordando las historias que le contaron sus familiares. Hoy en día, la contaminación del suelo, el agua y el aire, exacerbada por prácticas como la quema de basura y la tala de árboles, ha transformado este entorno natural en un paisaje cada vez más desolador.

Los problemas ambientales no se limitan a su localidad; Citlali sabe que afecta a muchas personas y, en vez de sentirse abrumada, decidió empezar con algo que estuviera a su alcance, algo que pudiera inspirar a otros a unirse en la lucha contra la degradación ambiental.

La idea surgió de un recurso en su comunidad: el ocote o pino ( Pinus patula, Pinus montezumae Lamb). Lo que para otros podría ser solo un material común, para Citlali y sus colegas se convirtió en la base de un proyecto transformador. Se propusieron recoger las agujas caídas del ocote (ocoxal) para evitar incendios forestales y, al mismo tiempo, utilizarlo para crear artesanías únicas y creativas que reflejaran la belleza de su entorno natural.

Ocoxal apilado

El ocote es más que un simple árbol que se encuentra en los montes. Sus agujas, que caen al suelo, tienen una textura peculiar, cambiando de una superficie seca que cruje bajo los pies a una consistencia húmeda y suave cuando se recoge para su transformación. Citlali describe cómo esas agujas, al estar recién caídas, huelen a verde, un aroma fresco que recuerda al bosque vivo y que se intensifica cuando aún están en el árbol. A medida que se secan, ese olor evoluciona a un tono más terroso, como si el tiempo dejara su huella. Durante el proceso de elaboración de artesanías, el ocoxal se convierte en aretes, collares, tortilleros,  alejaros, floreros, sombreros, y cada fase cambia su textura y fragancia, desde un simple crujido hasta un suave acabado que conserva el alma del bosque en cada pieza.

Collar y aretes a base de ocote

El taller, dirigido por Citlali con el apoyo de su maestra Lupita, es un espacio donde la creatividad florece. Aquí, los alumnos del telebachillerato aprenden a trabajar el ocoxal desde cero: iniciando la recolección en el bosque, pasando por la selección del mejor material, hasta la creación de las artesanías. “Todo depende de la actitud y las ganas de querer aprender”, dice Citlali tras un respiro.

No todo ha sido fácil. Uno de los principales retos fue la recolección del ocoxal en las cantidades necesarias y en el estado adecuado. Este proceso es delicado, ya que el material debe ser recogido en el momento justo, cuando está lo suficientemente maduro, pero no tanto como para haberse deteriorado. Además, si el ocoxal no se utiliza rápidamente, puede degradarse, lo que haría imposible su uso en las artesanías.

Collar y aretes a base de ocote

Otro desafío fue mantener el interés y la participación de los alumnos y la comunidad. Aunque la idea del taller era atractiva, lograr que las personas vieran el valor en el ocoxal y entendieran su importancia ambiental no fue fácil. Sin embargo, Citlali y su equipo lo lograron al demostrar, a través de sus productos, cómo algo tan simple como el ocoxal puede transformarse en piezas valiosas y significativas.

Citlali ha visto un cambio visible en la mentalidad de su comunidad. Las personas ahora valoran más los recursos naturales y entienden mejor la importancia de cuidar el medio ambiente.

“Estamos creando conciencia, haciendo saber que hay formas de aprovechar lo que la naturaleza nos da sin dañarla”, explica Citlali.

Citlali sueña con un mundo donde cada persona entienda el impacto de sus acciones en el planeta y tome medidas para protegerlo. “Si todos tuviéramos esta mentalidad, el mundo sería totalmente diferente”, reflexiona. Para ella, el taller de artesanías con ocoxal es solo el comienzo. Quiere ver a más personas unirse a su causa, aprender, y aplicar estos principios en sus propias vidas.

Al tomar un recurso simple y convertirlo en una herramienta para el cambio, Citlali ha demostrado que todos podemos contribuir a la lucha contra la contaminación y la degradación ambiental. Su proyecto es un llamado a la acción, una invitación a unirse en la misión de proteger y preservar el único hogar que tenemos: nuestra casa común el planeta tierra y sus recursos naturales.